APRENDER
A ENSEÑAR A APRENDER
¿No
será acaso este el gran desafío que se presenta a los docentes en este nuevo siglo
de la sociedad del conocimiento?.
Disponerse
a aprender a enseñar a aprender a los estudiantes.
Esta
interrogante, junto a otras inquietudes, surge como producto de las reflexiones
que se pueden hacer ante los señalamientos de Wesch (2008) en su obra Anti-enseñanza.
Confrontando la Crisis del Sentido.
En este orden de ideas, este autor canadiense
afirma, entre otras consideraciones, que
“El problema más significativo con la educación actual es, en sí mismo, el de
su sentido” y expresa categóricamente que “El sentido y el significado son logrados sólo cuando nuestro
aprendizaje se ubica dentro de una narrativa más grande, que nos motiva y nos
guía” y entre las acciones que ha venido adelantando para que los
estudiantes en los cursos bajo su responsabilidad le den sentido y significado a lo que van a
aprender es a través de la formulación de buenas preguntas “que obligan a los estudiantes a
desafiar las presunciones que dan
por sentado” y los conducen a
“búsquedas ricas y significativas a
lo largo de la vida, pregunta tras pregunta tras pregunta”.
Sin duda alguna de lo que se
trata es de crear las condiciones necesarias para aprender a aprender; para propiciar
que los participantes en una experiencia de aprendizaje cualquiera activen
procesos analíticos, críticos y reflexivos sobre los contenidos, las propuestas
y sobre la calidad de las tareas que les solicitamos procesar/realizar y con
los resultados que pudieran lograr disponerse- o colocarlos en situación de
hacerlo- a dar solución creativa a cualquier problema que se les presente al
tiempo que ubican y se visualizan en un
mundo de horizontes infinitos, caótico, cada vez más exigente, que va más allá de lo local
y en el que “ estamos todos interconectados,
compartiendo
un planeta, y
que nuestro futuro
depende de nosotros y de las próximas generaciones”.
Es en esos escenarios así concebidos donde
las Tecnologías de la Información y
comunicación (Tic’s) cobran una dimensión estratégica para modernizar los
procesos del aula, o de cualquier ambiente de aprendizaje, al ser asumidas y
utilizadas por los participantes de cualquier acción formativa “(…) como
vías para acercar a los estudiantes a la diversidad de conocimientos en función
de los aprendizajes colaborativos, colectivos, autónomos y significativos.(Amario,2012).
Se
impone definitivamente un necesario cambio de paradigma, pasar de ser aquel
docente que gestiona su labor alineada en un modelo educativo
“transmisionista”- el de la enseñanza/aprendizaje en “filas”/”líneas”, donde
sólo uno piensa y establece sus pautas y los demás, los estudiantes, ejecutan
la tarea de manera mecánica – a un renovado modelo de Aprendizaje/enseñanza en
sintonía con los nuevos tiempos, que responda a las necesidades de jóvenes
aprendices que han nacido y crecido con la tecnología y que a nivel didáctico,
entre otros requerimientos en distintas dimensiones, favorezca el aprendizaje
en equipos colaborativos. Un modelo emergente y en proceso de construcción el
cual plantea como reto al docente el disponerse a aprender a enseñar a aprender
a sus estudiantes.
Referencias
Amario,
L. (2012). Referencias para una Enseñanza Universitaria de Calidad. : Revista de Investigaciones Interactivas
COBAIND. Volumen 2 No. 7 . (págs. 10-31)
Wesch,
M. (2008). Anti-Teaching:
Confronting the Crisis of Significance. Education
Canada, 48(2).
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